Ad infinitum

Nos hirieron la barca primitiva...sí, sí !donde se esconden

los arquetipos!. Cuando el capitán despertó

-de un sueño abierto en alta mar donde se repetían

mil veces y mil más estos versos como de antaño-

se dio cuenta de su existencia imaginaria: !cómo

podría yo existir en un mundo donde hay una

barca cargada de arquetipos? En efecto, aquí están

los moldes de todas las formas conocidas y por descubrir,

las directrices de las ideas, los planos para todo oficio...

Definitivamente-prosiguió el sabueso de altamar-

no puede estar aquí todo esto, ni yo, ni el mar.

Y sujetándose a lo alto del mástil, como un cóndor

en picada invertida -con la agilidad de éste trepó

por las enredaderas que habían cubierto el palo mayor-

repito: sujetándose a lo alto del mástil, esperando

un viento imposible lleno de nubes espesas que le ocultasen,

no hizo cosa distinta a callar mientras todo se hundía inúltimente,

con la esperanza de despertar en casa rodeado de luz y no de agua.

Y aquella historia para el capitán del barco primitivo

fue primera y última, consumido en un oceáno de quimeras,

los estruendos de la madera le recordaron, por un instante, antes

de que tocase con el pie el agua, que lo imposible no es tanto

lo improbable sino más bien refleja el miedo de los hombres

por alcanzar lo terrible: y recordó lo real de su viaje aquel capitán

del barco primitivo, y deseó que fuese un sueño, ya demasiado tarde
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