Los muertos no te alabarán

Mi alma se angustia muy dentro de mí,

En lo profundo mi espíritu se

Consume en llanto. El quejido

De mis huesos, las coyunturas de

De mi ser, el postrer hálito de mi faz

Decae, como el semblante lunar cuando

Mengua la llovizna su esplendor.

Los muertos no te alabarán Señor;

Porque la memoria de ellos es puesta

En olvido, porque la paz de su espíritu

Reposa ahora en tu seno. Y yo nada

Sé delante de Ti, errante como el viento

Ando siguiendo el rastro casi oculto

Del Capitán en popa. A los lados de mi

Barca la tempestad no se aquieta,

Y sólo tu voz es la que despierta reposo

En altamar.

Los muertos no te alabarán Señor;

Porque tu eres Dios de vivos y no

De muertos, y nada hay en el abismo,

Y nada existe en el Seol que pueda

Batir sus manos para glorificar tu Nombre.

Los muertos no te alabarán Señor, sólo

Quienes reposan en tu gracia y confían en

Tu misericordia podrán ver a los lejos

Consumada su Fe. Porque el tiempo

Nada es, ni la distancia, ni lo ya hecho

Puede reflejar cosa alguna como tu

Amor, cosa alguna o semejante a la

Forma perfecta y galante con la cual

Nos invitaste a tu festín una vez.

Los muertos no te alabarán Señor;

Pero yo sí te alabaré, porque aunque

Esté muerto el sepulcro no podrá

Anular las arras donde está anclada mi fe;

Porque aunque esté muerto viviré,

Y en aquél día nos veremos cara a cara,

Y mi rostro una vez menguado

Entonces alegre se ha de ver, y diré

Como quien dice aleluya y de mis

Labios una voz quebrada saldrá

Al encuentro tuyo a pronunciar

Por primera vez: que mi reposo es

Alabarte, y que me abraces, y que

Me digas lo que ya sé: Que me amas;

Que me amas que me amas

Como yo a ti también.

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