Quería pensar sólo dos letras,
Pero terminé con cuatro palabras,
De allí un puñado de versos;
Quien sabe si al final un poema.
Quería pensar sin dejarle espacio
Al tiempo; y mientras más corría
Detrás de las horas se le hizo
Tarde al intelecto, y entonces dije:
Detrás de la aurora hay un mar de lis,
Una alfombra abierta de lirios bañados
En luz de colores; detrás del crepúsculo
Hay un alba nueva de flores…
Y me dije, como quien pregunta
Al viento; como quien sabe respuestas
Pero le gusta creer que las desconoce.
Me dije con voz silenciada:
Detrás de los aromas escondidos,
Esos que casi nadie entiende, esos que
Duelen porque duran poco:
Detrás hay un mar de lis.
Y cuando quise dejar de pensar,
Ceder al sueño su espacio,
En brazos del cansancio
Dormitar, me dije:
Detrás del iris del sol,
En la luna vestida de blanco,
Sobre la tierra humedecida por
El rocío hermoso que el aire
Transporta; en el silbido
De los vientos traspasando las
Hojas de los árboles;
En las ventanas abiertas
De los terrados desde donde
Un par de ojos buscan
Consuelo en la mirada de otros;
Sobre los tiempos idos,
Que no volverán; debajo
De las alas que cubren el
Horizonte; encima de los mares
Guardas de la espuma silente;
Dentro de los castillos
De arena y los relojes
Que marcan la llegada
De lo presente; en el futuro
Invisible, entre lo poco y
Lo mucho; allí, donde el
Silencio cubre de ausencia
La nostalgia de un adiós;
Allí en el abrazo tardío,
Y en la pesada espera; en todos
Esos lugares: Hay un mar de lis.
Y sólo espero con esperanza,
Con certeza la incertidumbre,
Con paz la paz que brinda saber
Que en el aquí hay un mar de lis.
Y sólo espero….
Y solo…, espero el fin.
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