Pensé que ésta mañana acabaría el tiempo;
Que no abría más espacio para verte,
Ni en el Universo lugar para pensarte.
Ajenas parecían las horas, de mi vida, de mi ser,
Del qué me importa, ajenas: Como canastos
De vacíos frutos se hallaban inertes; nerviosos
Los minutos que acariciaban la suprema ausencia:
Las voces tertuliantes del viento paseándose por
Valles donde se refugiaban nubes errantes.
Ahora no hay ahora; ahora no queda tiempo para
Entender lo que otro quiera explicarme.
No hay sentencia tardía cuando el Juez se haya
Latente; no hay palabras contrarias, ni alerta
De colores. La voz se acalla entre los ojos
Del gran huracán, sin nada; tener en la
Pobreza esperanza se puede si el hálito
No falla al atardecer. Los vecinos, la casas
Aferradas a las paredes; los hombres valientes
Se derrumban primero. Y muchos no ven apoyo,
Y hay quien dice no darse abasto. Y el silencio
Se apodera de las mentes; una vez más, una vez
Más pensé que el tiempo se acabaría ésta mañana.
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