Sobre las paredes de la antiguedad

Y allí la intuición divina, y el color

Fiel del carmesí; entre la fidelidad

De Aquél que Es y la infidelidad

De nosotros. Allí el apartado

Del vivo silente, en asombro arrodillado;

Del dormitado vaivén de la espera,

Sobre los mares amplios de cristal,

En la forma reciente de las perlas

Sobre las puertas de las murallas.

En ocasión de ocasiones, la dignidad

Del que nos dignificó no por mérito

Sino para acreditar su Poder, para mostrar

El alcance de la eternidad y el renuevo

Del trono de misericordia; donde las

Estrellas alzan alas de benevolencia

Y nace la Sabiduría, donde se esconde

Tesoro sublime y en costo excelso;

La inacabable imagen de la Luz

Inaccesible. Maravillados todos nos

Hacemos de papel y rescribimos la

Maldad del ayer con tintas de oro,

Para hacer cuentas nuevas y enmendar

Las consecuencias de nuestra ignorancia;

Para invertir la dirección de nuestros pies;

Caminata insoluble de tiempos de oscuridad.

Nos deshacemos de lo hecho, y hecha está

La consumación de nuestra fe; el principio

Inquieto que nos impulsa a mirar más

Lejos del horizonte, en la cercanía de nuestro

Corazón: aún engañoso pero grato; bajo la ley

Emancipados y sobre la Gracia impuestos a

Nueva ley perfecta; en abundancia vivificada,

En guarida de ángeles y golondrinas:

Templo espiritual, velo rasgado, vida abierta con

Camino claro hacia la Verdad.

En añoranza perpetua de nuestra ida;

Con paz y ciencia, en anhelo de primicias

Y carrera de santo sacerdocio; en lagar

De gratitud y alabanza perfumada de

Renovadas intenciones.

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